Misión cumplida
Se logró la reflexión, al menos en mi caso, la forma en que abordo los hechos cotidianos ha cambiado, mi perspectiva se encuentra en transición, antes escuchaba y buscaba coincidencias o puntos débiles para iniciar la crítica, pero siempre respecto al mensaje expreso, ahora cuestionó. Pero no es cualquier cuestionamiento, me obligo a pensar el propósito que persigue el discurso detrás de las palabras, reflexionó sobre su origen e intento, no sé que tan atinadamente, predecir sus efectos.
Hace unos días recibí el consejo de un gran amigo: “Olvídese de sus compañeros, usted es lo más importante” (hecho que por cierto motivo la nota sobre el egoísmo), pero debo confesar (sé que cuando leas estas líneas tendrás esa cara de incomprensión de nuestra última charla), que no quiero hacerlo, es para mí una Misión imposible.
Por alguna extraña razón, quizá un poco ajena a mi misma, pienso que cualquier ejercicio colectivo debe obtener de alguna manera un resultado más o menos similar, no comprendo que sea de otra forma, quizá porque me niego a sentirme sola en este viaje transicional del pensamiento, pero creo que cuando se habla de personas con similares características, o al menos que cumplen con los mismos requisitos mínimos, éstas se encuentran en cierta igualdad de condiciones ¿o qué podría entonces distinguirnos?
Algunos tenemos intención de revolucionar (lástima que esta última palabra no pueda desprenderse del sentido peyorativo que le asignó el discurso oficial), y para nuestra sorpresa, no siempre comprenderemos que todo intento de cambio suele recibirse con recelo; muchos sentirán miedo, algunos otros tendremos angustia, y otros simplemente nos harán un llamado a mantener el orden y el estatus quo, pero indefectiblemente, todos seremos partícipes; el dinamismo de la sociedad nos impone esta obligación, evadir la responsabilidad que implica el explorar la posibilidad de acceder a otro nivel del pensamiento que quizá pudiera o quizá no, resolver los conflictos que la modernidad no ha podido, hace necesario continuar, el miedo siempre acompañará a nuestro Nugudu interior, podremos equivocarnos y muy seguramente así será, y en muchas situaciones, pero en algún momento comenzaremos a aprender, y con un poco de fe (esa que ha acompañado a la humanidad a través de su largo caminar), hasta podremos crear conocimiento.
La reflexión del día: parafraseando a Hollywood “MEJOR IMPOSIBLE”
RAZONES INDISPENSABLES PARA SER ALUMNO DE FEDERICO ARCE Ó PORQUE TE DIJE QUE NO PODIAS PASAR EL POSGRADO SIN INSCRIBIRTE A SU MATERIA
ResponderEliminarLa verdad, es que al final del día: todos estamos solos. Solos con nuestra memoria, solos con nuestras ideas o solos con nuestros errores. No obstante, ¡que grata puede ser la vida, cuando se dispone con quienes compartir la experiencia del posgrado!
Para mí, el camino de la maestría terminó hace algunos años, pero lo sigo andando y muy feliz y ha sido gracias a ti y al ingenio del maestro, a cuya influencia debo apreciar mucho más y mejor mi identidad como jurista del presente.
La Teoría Jurídica Contemporánea, es más que un curso, es más que un camino. Es un destino cuya calzada queda por andar.
Quienes optamos por adentrarnos al conocimiento por el umbral del Derecho, somos desde luego afortunados, muy afortunados; porque el Derecho no es una ciencia dura, porque los juristas no somos científicos de laboratorio buscando entender el lenguaje de la creación en fórmulas o teoremas e intentando replicarlo, no, nosotros vivimos la realidad, la buscamos, pretendemos explicarla y construir sistemas jurídicos que nos hagan mejores, mejores como individuos, mejores como sociedad y parte de un mejor Estado.
Hubo un tiempo en que la Teoría del Derecho, era un libro (reformulado varias veces por varios doctores) que buscaba que el derecho fuera una disciplina pura, ausente, ajena del prodigio de lo humano y de lo social, como si el derecho no fuera un producto social, como si no fuera un producto histórico, como si entender el fenómeno jurídico fuera un asunto propio del pedestre razonamiento geométrico.
Así nos enseñaron derecho a varias generaciones. ¿Que se espera entonces lograr en un curso de Teoría Jurídica Contemporánea?, ¿Qué misterios desvela su profesor? Y ¿Cómo cambia el jurista en formación?
Aquí las respuestas, no son mías, son tuyas:
1. “Mi perspectiva se encuentra en transición…
2. Me obligo a pensar el propósito que persigue el discurso detrás de las palabras, reflexionó sobre su origen e intento, no sé qué tan atinadamente, predecir sus efectos…
3. Quizá porque me niego a sentirme sola en este viaje transicional del pensamiento, pero creo que cuando se habla de personas con similares características, o al menos que cumplen con los mismos requisitos mínimos, éstas se encuentran en cierta igualdad de condiciones … ¿o qué podría entonces distinguirnos?
Al final:
“¿o qué podría entonces distinguirnos?”
¡Qué buena pregunta!, primero: No estás sola, no lo estarás nunca te acompaña un porcentaje del 1% del 1% de aquellos que llegaron a la Universidad y luego llegaron al posgrado. (este es un dato duro que explica la pobalción mexicana que llega al posgrado)
¿Qué nos distingue de aquellos que cumplen los requisitos mínimos?
Ciertamente, no será el grado. Todos tus compañeros tendrán el mismo grado que tu, no será la toga, no será el birrete, no serán la alegría y la satisfacción de terminar los cursos.
Lo será… la tesis de grado. Todos podemos ser admitidos, todos podemos terminar los cursos, pero no todos, pueden enfrentar a sus ideas. Esa, esa mera es, la última frontera.
El curso del profesor Arce, es un curso que "libera", libera de muchas formas, pero lo mas importante: libera de un positivismo jurídico decrepito, que hace del jurista un tecnocrata. El reto de la teoría jurídica contemporanea, es explicar el derecho con mejores armas y nuevas ambiciones, al menos, mejores que las del positivismo. Yo crei que había sido alumno de Arce en 2006, pero lo sigo siendo. Hay profesores, a los que aún desde lejos, se les sigue aprendiendo.