El día de hoy escuche una noticia interesante: dirigentes locales del partido Acción Nacional anunciaban que no presentarían candidatos a las elecciones de aquellos municipios del Norte del país donde no se garantice la seguridad de los participantes, ante los homicidios de candidatos de la oposición.
No sólo la falta de credibilidad en las instituciones electorales o de respeto al voto, atentan contra nuestros derechos políticos, no olvidemos que la libertad para elegir a “nuestros representantes” es uno de los principios fundamentales del sistema político democrático liberal mundial. ¿Dónde están nuestras garantías individuales?
¿Es aceptable qué el homicidio se convierta en el mecanismo para la selección de candidatos a cargos públicos de elección popular, y en tal caso, qué nos conviene más, qué cártel tendrá mejores propuestas para el bienestar social?
La gravedad está en la incapacidad estatal para salvaguardar las garantías constitucionales (aunque quizá se deba a que estamos en guerra y en ese estado las garantías tienden a suspenderse), no hay mecanismos judiciales a lo cuáles acudir, aunque esta noticia se enumera como otras tantas que revelan el clima de violencia en Estados como Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua o Sonora, es necesario que pensemos: ¿qué seguridad tenemos de qué los candidatos que se presenten a las elecciones (y que naturalmente sobrevivieron al mortal sistema de selección) no tengan vínculos con el narcotráfico o con la delincuencia organizada, de que no serán éstos sus candidatos?
El problema puede no ser que los próximos representantes populares cuenten con aval criminal, quizá no habría gran diferencia con el sistema de selección de algunos partidos con registro, la cuestión es que al menos en este caso, no podremos liberarnos, como solemos hacer, dela responsabilidad ciudadana que implica el conocimiento de este hecho al emitir nuestro voto.
La reflexión del día: ¿Conocías un método de selección más eficaz, quién se atrevería a impugnar una elección?
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